Tratamos de “lanzar” la plegaria personal de cada uno a partir de una oración que se formula, tras escoger un versículo del Evangelio de la Misa del día. Se puede recitar tal cual, haciendo propias sus palabras, y luego dejarse llevar por el Espíritu a un diálogo personal; o utilizarla de cualquier otra forma que nos sugiera el Señor.
Noviembre 2019
Noviembre 2019
1. TODOS LOS SANTOS (Mt. 5,1-12)
"Bienaventurados
los mansos, porque ellos heredarán la tierra"
Señor Jesús, concédeme un
corazón manso al que las ofensas no quiten nunca la paz, ni la violencia
recibida de otros mueva al rencor y la venganza. Ayúdame a desear la santidad
sobre todo, es decir, a hacer un profundo silencio en mi vida acerca de mí honra,
de mi salud, de mi comodidad... para acordarme solamente de ti. Que sea
siempre "bueno" para los demás, de modo que todos puedan encontrar a
mi lado ayuda, cercanía, generosidad y perdón.
2. FIELES DIFUNTOS (Jn. 14,1-6) "No se turbe vuestro
corazón: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
moradas… y me voy a prepararos un lugar"
Abandonar mi vida en tus manos,
Señor mío, supone prepararme cada día a ese "si" definitivo, a esa
entrega postrera, que supondrá la llegada de la "hermana muerte".
Robustece mi fe, de forma que el considerar mis postrimerías no me suponga
turbación y temor, sino que me mueva a una agradecida confianza en tus
misericordias. "Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno
contigo".
3. DOMINGO 31º TIEMPO ORDINARIO
(Lc. 19,1-10) "Zaqueo,
date prisa y baja, porque es preciso que hoy me quede en tu casa"
Dígnate, Señor, repetirme esas
palabras al oído. Necesito saber que Tú no desdeñas esta humilde morada que
tantas veces he descuidado, y cuya santidad he profanado con mis pecados. Entra
hasta el fondo de ella, oh Jesús, y lleva tu luz y tu gracia hasta sus más
oscuras profundidades. Sana mi corazón enfermo, robustece sus propósitos
vacilantes, y hazme sentir tu perdón y tu misericordia.
4. S. Carlos Borromeo (Lc. 14,12-14)
"Cuando
des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás
bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los
justos"
Señor, yo querría vivir con
facilidad tu misma lógica de amor generoso, y sin embargo no puedo. Me importa
tanto la correspondencia que, si siento que falta, me bloqueo, me paralizo. Y
yo mismo soy el que se convierte en lisiado, cojo y ciego... No permitas,
Jesús, que esta triste situación mía se eternice. Aunque me cueste sudor, sangre
y lágrimas, ayúdame a salir de ella, para que así imite a mi Padre del cielo
que es bueno y generoso con todos.
5. Sta. Ángela de la Cruz (Lc. 14,15-24) "Un hombre daba un gran
banquete y ... mandó a su criado a avisar a los convidados... Pero todos a una
empezaros a excusarse..."
¡Qué tristeza la de saber que
hay quienes se pierden esa formidable fiesta porque, a pesar de ser invitados,
sencillamente no quieren asistir! Señor, que no me deslumbren mis propias
capacidades, ni me aprisionen mis
preocupaciones; que no busque excusas tontas para no seguirte; que sepa salir de "mi fiesta", para ir a la
tuya. Ayúdame a escuchar cada día tu invitación en el Evangelio, a sacudir mi
pereza, y a marchar hacia ti con gozo.
6. S. Pedro Poveda (Lc. 14,25-33)
"Quien
no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío"
Señor Jesús, me resulta muy
difícil entender que ser discípulo tuyo no sea aprender y repetir una lección,
sino cargar con una cruz. Vivo rodeado de palabras, que a menudo no significan
nada; de ideas, que no pasan de ser adornos; de fantasías, que me evaden de la
realidad. Y la cruz se me antoja demasiado compacta, demasiado seria...
demasiado real. Como el amor de verdad,
que es también compacto y serio. Señor, con tu ayuda sabré descubrir la cruz,
sabré abrazar la cruz, no perderé la huella de tus pasos.
7. Ss. Ernesto y Jacinto (Lc. 15,1-10)
"¿Qué
mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y
barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra?"
A nadie le gusta perder lo que
es suyo; mucho menos que algún extraño se lo arrebate, aunque sea algo de poco
valor. Y a Dios menos que a nadie. En eso tiene que estribar toda mi confianza:
en que El me busca infatigable en medio de mis "despistes", de mis
vacilaciones, de mis desvíos. ¡Jesús, buen Pastor, no te olvides jamás de mí!
"Ponme como un sello sobre tu Corazón, ponme en tu brazo como un
sello".
8. Sta. Isabel de la Trinidad
(Lc. 16,1-8) "Ciertamente,
los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la
luz"
¡Qué pena, Señor, que no sepamos
ser más avispados en nuestra vida cristiana! El mal espíritu, como hábil
embaucador, con frecuencia consigue que nos quedemos con lo que nos deslumbra,
con lo que más nos atrae, exigiéndonos a cambio un precio enorme, lo que más
vale: tu amistad. Ayúdanos, Jesús, a no contemplar con frivolidad nuestra vida;
a ser siempre buenos y astutos "negociantes", codiciosos de conseguir ese tesoro del que
nos hablas en el Evangelio: la santidad.
9. DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE
LETRÁN (Jn. 2,13-22) "Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: El celo de
tu casa me devora"
Hazme sentir en la oración, Dios
mío, aquel fuego ardiente que devoraba el Corazón de tu Hijo, y le impulsaba a
buscar en todas las cosas tu mayor gloria. Ayúdame así a vencer la cobardía que
a veces disimula mi testimonio; la pereza que paraliza los deseos que Tú mismo
me inspiras; y el amor propio que bloquea mis plegarias. Transfórmame en
apóstol y ponme para siempre con Jesús, en su mismo camino.
10. DOMINGO 32º TIEMPO ORDINARIO
(Lc. 20,27-38) ""Porque
para Él todos están vivos"
Maestro, aumenta nuestra fe para
que creamos firmemente tus palabras y alejemos de nosotros todo temor. Para
Dios todos están vivos porque su amor es eterno y no permite que se pierda nada
de lo que ama. Que tengamos siempre la conciencia de vivir sumergidos en ese
amor; que lo respiremos con nuestros pulmones espirituales, y alentemos lo que
en nosotros desfallece.
11. S. Martín de Tours (Lc. 17,1-6) "Los apóstoles le dijeron
al Señor: Auméntanos la fe"
Porque conozco que la fe es un
don, yo también te hago hoy, buen Jesús, la misma petición que los apóstoles.
Pero no quiero una fe que me haga vivir más tranquilo, una fe que me
proporcione respuestas para todo. Quiero una fe que ilumine y caliente a los
que me rodean en el fuego de tu amor; una fe que me impulse a arriesgar: a
ganar para ti el mundo, y a perder mi vida por ti. Concédeme, Señor, la fe de
los pobres, la fe de nuestra Madre la Virgen María.
12. S. Josafat (Lc. 17,7-10) "Cuando hayáis hecho todo
lo que se os ha mandado, decid: Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que
teníamos que hacer"
Ojalá, Señor, yo pudiera decir
algún día que he hecho "lo que tenía que hacer". Apiádate de mí,
verdadero siervo inútil, que tan difícilmente encuentra tu voluntad, y que tras
encontrarla la pone en práctica de forma tan remisa. Que tu misericordia
encuentre en mi pobreza la medida de su grandeza, porque tu gloria se
manifiesta en nuestra debilidad. Dame un corazón contrito y humilde que sepa
decir sinceramente, cada día, lo que nos mandas decir.
13. Ss. Leandro y Estanislao de
Kostka (Lc. 17,11-19) "Jesús dijo: ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve
¿dónde están?... Y le dijo: Levántate, vete: tu fe te ha salvado"
Señor Jesús, yo quiero
agradecerte, no con palabras, sino con obras, todos los beneficios que de ti
recibo cada día. Renuncio, desde ahora, a intentar pagarte "todo el bien
que me has hecho": ni puedo, ni quiero hacerlo. Pero, con tu ayuda,
trataré de que toda mi vida sea una respuesta a tu mensaje de amor, desde la
gratitud más consciente y emocionada.
14. S. José Pignatelli (Lc. 17,20-25)
"El
reino de Dios no viene aparatosamente, ni dirán: está aquí o está allí; porque
mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros"
Señor, hoy procuramos mirar
hacia dentro, escuchar en lo profundo de nosotros mismos el murmullo de esa
fuente de agua viva que no cesa de repetir en el interior: "ven hacia el
Padre". Y te pedimos, oh Jesús, que la semilla del evangelio crezca en
nosotros, y eche profundas raíces en todo nuestro ser. No necesitamos ningún
otro signo de tu acción y de tu presencia: sólo el fruto de conversión que
quieras obrar en nosotros.
15. S. Alberto Magno (Lc. 17,26-37)
"El
que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la
recobrará"
Señor, mi vida es un regalo que
me haces, pero un regalo muy peculiar. No es sólo para mí: la tengo para darla,
para compartirla. Por eso sólo hay una forma de fracasar, de desperdiciar la
vida, y es viviéndola de una forma egoísta; porque todas las cosas realmente
valiosas solamente se conservan y aumentan cuando generosamente se entregan.
Ayúdame a ser como tú, ayúdame a ir hacia los otros con las manos abiertas, con
las manos extendidas.
16. Stas. Margarita de Escocia y
Gertrudis (Lc. 18,1-8) "Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él
día y noche? ¿O les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar"
Señor Jesús, "que mi grito
llegue hasta ti". Mi continuo clamor no será agria petición de una
justicia vindicativa, sino intercesión incesante por todos mis hermanos, especialmente
por aquellos que no te conocen; y también por aquellos que, creyendo conocerte,
viven como si estuvieran a oscuras, en un pecado del que no son conscientes o
del que son incapaces de arrepentirse. Ten misericordia de todos nosotros,
atiende nuestra oración según tu promesa, Dios fiel.
17. DOMINGO 33º TIEMPO ORDINARIO
(Lc. 21,5-19) "Cuando
oigáis noticias de guerras y de revoluciones no tengáis pánico. Porque es
necesario que eso ocurra primero"
Maestro bueno, en el Evangelio
de este domingo nos hablas del fin de la historia. Pero este tema, que
aterroriza a la gente del mundo, a nosotros no nos asusta. Porque será el final
de un mundo viejo, lleno de injusticias y sufrimiento, pero el comienzo de un
mundo nuevo en el que Tú mismo enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, y lo
serás todo para todos. ¡Ven, Señor Jesús!
18. Dedicación de las basílicas
de S. Pedro y S. Pablo (Lc. 18,35-43) "Empezó a gritar: ¡Jesús, hijo de
David, ten compasión de mí! Los que iban delante le regañaban para que se
callara, pero él gritaba más fuerte"
Que no me desanime nunca, buen
Jesús. Que mi ceguera no me impulse a maldecir la luz, ni las incomprensiones
de mis hermanos me lleven a odiarlos. Permite que persevere en tu presencia,
gritando unas veces, callando otras, cuando ni fuerzas me queden para gritar.
Regálame esa luz nueva que ambiciono, esa luz que no conoce el ocaso, y que
eres tú mismo, Señor Dios, Luz del mundo.
19. Ss. Máximo y Crispín (Lc. 19,1-10)
"Zaqueo,
jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a
causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante se
subió a un sicómoro para verlo, porque tenía que pasar por allí"
En presencia del Señor tomo
conciencia de los impedimentos que encuentro para mi fe en los otros y en las
circunstancias de mi vida (trabajo, salud, familia, etc). Pero como se puede
ser santo, incluso viviendo en medio de demonios, le prometo hoy a Jesús mi
colaboración activa para sobreponerme a todas esas dificultades, y alcanzar
descubrir su rostro. Como Zaqueo, le invito a visitar mi casa proponiendo algún
gesto concreto de conversión.
20. Ss. Edmundo y Octavio (Lc. 19,11-28)
"Llamó
a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: Negociad
mientras vuelvo"
Señor Jesús, muchas personas que
viven junto a mí aceptan desempeñar
trabajos agotadores y difíciles, que no son de su agrado, con tal de mejorar su
nivel de vida y permitirse más comodidades. Te pido perdón porque, esperando yo
mucho más que ellos, no pongo tanto empeño en alcanzar la ganancia que me
ofreces. Ayúdame, para que mi falta de habilidad y mi negligencia no frustren
tus designios sobre mí.
21. Presentación de la Bienaventurada
Virgen María (Mt. 12,46-50) "Extendiendo su manos hacia sus discípulos, dijo: Estos son mi
madre y mis hermanos"
Jesús, yo quiero ser junto a
María, mi Madre, oyente fiel de tu Palabra. No abandonar jamás esa bendita
escucha que me permite convertirme en tu madre y tu hermano. Ensancha mi
corazón con tus enseñanzas, de manera que tu puedas nacer y desarrollarte en mi
interior, y a través de mí manifestarte a todos los hombres. Que por tu gracia
llegue a serte familiar, cercano, prójimo.
22. Sta. Cecilia (Lc. 19,45-48) " Jesús entró en el templo
y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: mi casa será
casa de oración; pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos"
Señor Jesús, aunque me duela
querría que entraras también en mí para poner orden en mis cosas, para
purificar lo que está manchado, para expulsar todo lo que te desagrada. Ayúdame
a tomar conciencia de que mi persona es templo santo del Espíritu, y que tengo
que cuidar celosamente de que nada impuro entre en él. Que mi casa, que es
tuya, sea también "casa de oración", desde la que todos puedan
tributarte un culto de adoración y alabanza.
23. Ss. Clemente I y Columbano
(Lc. 20,27-40) "No
es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos"
Todos contamos para Dios, todos
vivimos en su presencia y nos conoce tal como somos en realidad. El nos lleva "tatuados en las palmas de
sus manos", y aunque las madres se olvidaran de sus hijos, El no nos
olvidaría (Is.49,15-16 ). Pero, tras darle gracias, hoy suplicamos al Señor para que nosotros
tampoco le olvidemos a Él; para que no
nos comportemos respecto de Jesús como con un personaje del pasado, sino que
ocupe en nuestras vidas el lugar que le corresponde.
24. JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
(Lc. 23,35-43)
"Decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino"
Señor, aquel desgraciado
no podía reclamar nada porque nada merecía sino el castigo. Pero dijo aquella
frase salvadora: "Acuérdate de mí". No pidió nada concreto: sólo que
no lo borrases de tu Corazón. Enséñame a usar esa llave infalible que abre
siempre las puertas de tu misericordia: la de la humildad, la del centrarse en
lo fundamental. Y que yo también te deje reinar en mí.
25. Sta. Catalina de Alejandría
(Lc. 21,1-4) "Esa
viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los
donativos con lo que les sobra..."
Todos nos fijamos en las
apariencias, Señor. Sólo tu sondeas nuestro corazón y sabes lo que se puede
encontrar en él. No permitas que caigamos en el pecado de juzgar a nuestro
prójimo con ligereza y desconocimiento. Que no valoremos tanto la eficacia, el
poder de los medios, cuanto el adquirir tus mismos criterios. Y que creamos
firmemente que eres Tú, y no nosotros, ni nuestras leyes económicas, ni el
azar, quien gobierna providencialmente el mundo.
26. S. Juan Berchmans (Lc. 21,5-11)
"Mirad
que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: Yo soy, o
bien: Está llegando el tiempo"
En nuestra sociedad, y en
nuestra Iglesia, surgen con cierta regularidad, quienes se atribuyen, o
permiten que se les atribuya, un papel mesiánico de salvación, o un papel
profético de denuncia. Te pedimos, Jesús, que nosotros no nos dejemos
deslumbrar fácilmente. Que sepamos examinar con prudencia y espíritu sobrenatural
a todos ellos, y usar con discreción el criterio de los buenos frutos: porque “por
sus frutos les conoceréis".
27. Ntra. Sra. de la Medalla
Milagrosa (Lc. 21,12-19) "Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra
perseverancia salvaréis vuestras almas"
Jesús mío, en ti puedo confiar,
pero ¿cómo estar seguro de mí mismo? Por tanto, no permitas que me canse o
aburra en tu seguimiento. Que por mi descuido nunca se apague el fuego que un
día prendiste en mi corazón; que no se enfríe, cuando Tú quisiste que ardiera
como el tuyo. Dame a gustar, Señor, la dulzura y el gozo de apoyarme solamente
en ti; de no tener otra conversación que contigo, en el interior.
28. S. Valeriano (Lc.21,20-28) "Cuando empiece a suceder
esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación"
Si tengo unos ojos
contemplativos, todo será ocasión y motivo de esperanza. Por eso, Señor, yo
quiero acoger todos los latidos de este mundo convulso, y darte gracias porque
tu llamas a las puertas de nuestra historia para salvarnos. Revélame tu el
sentido profundo de las cosas que suceden, el
secreto de tu designio de misericordia, que pasa por encima del misterio
del mal y del pecado de los hombres. Enséñame a mirar y a esperar con María.
29. S. Saturnino (Lc. 21.29-33) "En verdad os digo que no
pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán"
Tus palabras, Jesús, son la roca
sobre la que debo edificar mi casa para que resista todos los embates de los
elementos. Dame la gracia de acostumbrarme a leerla sin prisas, saboreando su
sentido, su enseñanza, su belleza. Dame también la gracia de transmitirla a
otros -con palabras o con obras- pero sin deformaciones, de una manera
atractiva que todos puedan entender. Dame, en fin, la gracia de vivirla, de
"encarnarla", de hacerla carne de mi carne, y hueso de mis huesos.
30. S. ANDRÉS (Mt. 4,18-22) "Paseando Jesús junto al mar
de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando
la red en el mar"
Como entonces también hoy,
Maestro bueno, sigues llamando al apostolado a hombres y mujeres que se
consagren a la salvación de sus hermanos. Fortalécelos e ilumínalos, Señor,
porque los tiempos son difíciles y ellos necesitan saber decir a todos una
palabra esclarecedora de tu parte. Dales los dones de tu Espíritu Santo para
que sean generosos, audaces, sencillos, puros, buenos y obedientes.
Santifícalos, para que ellos puedan guiar a tu pueblo por caminos de verdadera
santidad.
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